No sabemos si llegarán a
buen puerto, pero la ofensiva contra las armas que lanzara recientemente el
presidente Obama beneficiará de alguna manera a la seguridad de México y Centroamérica. Las autoridades de la región
se han quejado de que la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado no
tendría sentido mientras los Estados Unidos no pusiera de su parte en el tema.
Y en eso llevaban razón.
Sostienen que no es posible que en la batalla contra la delincuencia organizada, la región ponga los muertos y que los Estados Unidos -que es el último eslabón de la cadena sangrienta- solamente hagan declaraciones de buenas intenciones para atajar el problema.
Sobre todo cuando el mismo
Obama reconocía públicamente que el 90 por ciento de las armas que obtienen los
criminales mexicanos -y que luego se han trasladado a Centroamérica- provienen
de los Estados Unidos.
La causa de la inseguridad
de la región la tienen en parte las armas. Las legales y las ilegales. Las que
entran y salen sin ningún control, y que en alguna ocasión fueron introducidas por
el mismo gobierno de los Estados Unidos, como es el caso Fast and Furious en el que
miles de armas entraron de manera ilegal en México.
Un estudio sobre la delincuencia organizada en Centroamérica y el Caribe elaborado por la Naciones Unidas en septiembre del 2012 refiere que el 77 por ciento de los homicidios ocurridos en la región se producen con armas de fuego y que detener el flujo de armas hacia los criminales debería ser una prioridad para las autoridades.
La mayoría de armas que hay en la región han sido compradas legalmente en los Estados Unidos. Aunque algunas fueron traficadas, muchas de éstas son importadas con sus documentos en regla y sólo más tarde son desviadas al uso ilícito.
En general los rifles de
asalto, no son los que más se utilizan en la delincuencia urbana. Sí lo son las
pistolas, por ser más fáciles de ocultar, más fáciles de usar a corta distancia
y más efectivas para casi todas las tareas de los criminales.
El informe de la ONU calcula
que en Centroamérica hay unos 2.2 millones de armas de fuego registradas, de las cuales 870 mil están en manos de las
fuerzas de seguridad y 1.4 millones están registradas por civiles. Además estima que hay unos 2.8 millones de
armas que no están controladas.
En Centroamérica no habría
necesidad de traficar armas, si tomamos en cuenta que ya están aquí. Son en
muchos casos, una herencia de la guerra de los años 80 y 90. Sin embargo, en la
coyuntura actual la ubicación de esas armas y su demanda no es la misma.
Salvo en circunstancias excepcionales, no hay una relación directa entre las armas de fuego de alto calibre y los homicidios ocurridos en la zona. La mayoría de los crímenes se producen con armas cortas.
Salvo en circunstancias excepcionales, no hay una relación directa entre las armas de fuego de alto calibre y los homicidios ocurridos en la zona. La mayoría de los crímenes se producen con armas cortas.
En Honduras, uno de los países más violentos del mundo, el 63 por ciento de las pistolas incautadas entre 2008 y 2011 fueron las de 9mm y solamente se incautaron un 4 por ciento de los rifles de asalto. Lo que determina que el problema no son los rifles de asalto si no los revólveres.
Está por verse si esas
medidas que anunció el presidente Obama van a surtir efecto en una región que
se desangra todos los días por la violencia y el crimen organizado. Lo único que
está claro es que no será una batalla
fácil para el presidente estadounidense y que en el camino pueden pasar muchas
cosas.
Deylin
Gutiérrez Pérez (Nicaragua) es egresado del Máster en Comunicación
Periodística, Institucional y Empresarial de la Universidad Complutense
de Madrid (UCM). Además, es periodista y escribe sobre temas
internacionales relacionados con Centroamérica y trabaja en proyectos de
comunicación 2.0. Es autor del blog: tropecientaspalabras.wordpress.com
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