Escribe José Luís Mingo
El año 2012 ha sido muy malo para los españoles y, lamentablemente, también ha sido muy malo para los ciudadanos de otros países europeos.
En España las cifras del desempleo son espantosas, hay miles de personas que han perdido sus hogares, los comedores de Caritas trabajan sin descanso, y en la mayor parte de las familias hay que hacer milagros para ayudar a sus miembros en paro y todo el mundo conoce a jóvenes y personas mayores que han emigrado en busca de trabajo o se preparan para hacerlo tan pronto encuentren una oportunidad para trabajar en el extranjero.
El Gobierno de España y los de las
Comunidades Autónomas han reducido sus empleados y han rebajado sus gastos en temas tan
relevantes como las ayudas a personas dependientes, la educación o la sanidad pública.
Y quienes tienen trabajo en España,
tanto en el sector público como en el sector privado han tenido que trabajar más, incluso mucho
más, para ganar menos e incluso bastante
menos, que en años anteriores.
Además,
es una gran verdad que en España, en 2012, hemos
sufrido la crisis económica y, lo peor, es que hemos vivido y estamos
viviendo, colectivamente el terrible mal que genera tener
poca esperanza.
Sin embargo, también es verdad que en España, los españoles, seguimos teniendo y disfrutando una muy buena
sanidad pública, un sistema educativo universal de razonable calidad,
magníficas infraestructuras y muchas empresas, grandes, medianas y pequeñas, en
parte para supervivir en la crisis, son cada vez más eficientes a pesar de las enormes dificultades del
entorno nacional e internacional. Además, hay que tenerlo muy presente y gozarlo con orgullo, España sigue contando
con cientos de miles de profesionales
capaces, a la altura de los mejores del mundo, que hacen cada día su trabajo y
que éste es cada vez mejor, más
eficiente y más productivo.
También es verdad que España, a pesar de la crisis, del desempleo y
del desánimo colectivo, sigue siendo un sitio para vivir que está, muy probablemente,
entre los mejores que se pueden encontrar en el
mundo.
Pues bien, con la suma, bien dolorosa,
de todo lo anterior, y no esperando demasiado del buen hacer de los políticos,
más aún, a pesar del mal hacer de muchos
de nuestros políticos, ante el año 2013,
soy optimista.
Y si soy optimista no es porque me haya puesto una venda para no ver lo que está pasando y lo malo que va a seguir pasando en la España de 2013, sino porque tengo los ojos abiertos y veo, a través de la intensa bruma que produce el dolor y el miedo que embarga a nuestra sociedad, la realidad positiva que tenemos ante nosotros.
Y si soy optimista no es porque me haya puesto una venda para no ver lo que está pasando y lo malo que va a seguir pasando en la España de 2013, sino porque tengo los ojos abiertos y veo, a través de la intensa bruma que produce el dolor y el miedo que embarga a nuestra sociedad, la realidad positiva que tenemos ante nosotros.
Soy optimista
porque estamos en camino de recuperar el camino del progreso y de la creación de empleo. Hay
razones objetivas que así lo indican y enuncio tan solo tres:
Una, el
sistema financiero español, aunque ha costado muy caro y habrá que pagarlo,
está saneado por completo. Dos, España tendrá, la probabilidad es
altísima, en 2013, un saldo positivo en el agregado de las cuentas
corrientes y de capital extranjero (no existirá la ineludible y absoluta necesidad, vivida en 2012, de recursos
extranjeros para nuestros gastos e
inversiones). Y tres, parece cierto que el conjunto de las Administraciones Públicas, en 2013, tendrá un déficit
menor que la suma del ahorro
interno que generarán las familias y las empresas del sector privado,
con lo que esto supone para que vuelva a haber crédito para las empresas y las
familias, que son, en realidad los únicos motores de la generación de riqueza y
de trabajo.
Y, finalmente,
mi posición ante el devenir de España en 2013 es optimista porque y sobre todo, los españoles con la crisis hemos aprendido y
seguimos aprendiendo, aunque no seamos todavía del todo conscientes de ello, que si queremos algo tenemos que conseguirlo
por nosotros mismos, que nadie, ni dentro ni fuera de España, nos va a regalar
nada, que si queremos algo tenemos que ganarlo. Hemos aprendido muchos y
estamos aprendiendo todos que, si
queremos progresar, tenemos que hacer el
esfuerzo de prepararnos, de estudiar duro, de estar al día, de conocer idiomas, de dominar tecnologías y de aunar esfuerzos, de conocer
gentes en todo el mundo y, sobre todo, de recuperar la capacidad para cooperar
en proyectos comunes y mantener con constancia
el espíritu de sacrificio y la ilusión de ser mejores y hacer mejores a
nuestros hijos.
En resumen,
por todo lo anterior y por otras muchas
razones que no caben en una entrada de blog, mi posición ante el devenir de
España en año 2013, a
pesar de todo, es optimista.
Nota:
Recuérdese
que el año 2012 ha
sido, como siempre hasta ahora, peor que
espantoso para millones personas en los países
pobres de África, Asia y América,
ha sido un muy mal año para millones de ciudadanos de los países emergentes y, lamentablemente, también ha sido un muy mal año para una
parte de los hombres, de las mujeres y
de los niños de los países ricos del mundo.
Y, recuérdese
también que en 2013, la mayor parte de los pobres del mundo seguirán, para mal,
siendo pobres sin esperanza.
José Luís Mingo Zapatero (España) es profesor del Máster en Comunicación Periodística,
Institucional y Empresarial de la Universidad Complutense de Madrid. Profesionalmente es consultor de empresas.
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