miércoles, 1 de octubre de 2014

EL EJEMPLO HOLANDÉS SOBRE VENTA DE DROGAS


 
Escribe Dianeth Pérez

La ley de drogas en los Países Bajos data de 1976. Desde ese año es posible comprar drogas “blandas” sin ser castigado por la justicia. Por drogas blandas de entiende productos derivados del cannabis, como la marihuana y el hachís, somníferos y calmantes.  


Esta ley tuvo como justificación que al no tener solución el problema del uso de drogas, al menos se podía limitar su daño. Con esto se buscaba que los consumidores permanecieran en las drogas blandas y no dieran el paso hacia las drogas “duras”: cocaína, heroína, anfetaminas, éxtasis y GHB. Además buscaba reducir el riesgo de la venta anónima y el desorden social del tráfico de drogas. 

Esta ley va aparejada con ayuda para consumidores en forma de terapias, tratamientos, internaciones para desintoxicación, regulación del uso de drogas y prevención de daños a la salud.

Si no es posible dejar el consumo de drogas, hay tratamientos por el daño físico y mental a causa de la adicción, jeringas gratis para limitar el contagio de VIH o hepatitis B y provisión de metadona y heroína a los adictos. 

Desde el 1 de enero de 2013 solo los residentes de los Países Bajos pueden comprar drogas blandas en los coffee shops. Estos negocios solo pueden tener 2 mil “socios” o inscritos como clientes, no pueden hacer publicidad, vender a menores de 18 años, alterar el orden público, hacer ventas mayores a cinco gramos por persona y vender drogas duras.

Esta medida ha levantado polémica, pues según cifras del gobierno, casi uno de cada cuatro turistas en Holanda visitaba estos establecimientos y poco más del 7 por ciento atribuía la compra de drogas blandas como razón principal para visitar Amsterdam.

No han sido pocos los casos de tragedias que involucran turistas y drogas. Suicidios, mascotas asesinadas y en uno de los últimos casos, un turista que bajo los efectos de las drogas, saltó desde la ventana de su hotel y cayó sobre un turista brasileño que cenaba en una terraza, dejándolo cuadripléjico. 

El impacto económico por supuesto que se nota, pero es un precio que el gobierno está dispuesto a pagar. Este paso atrás lo atribuyen a que los coffee shops favorecen el tráfico de drogas y el crimen organizado. Restricciones adicionales son la clausura de este tipo de negocios cercanos a centros educativos, y la posibilidad de que los ayuntamientos agreguen reglas a las ya existentes a los coffee shops que operen dentro de su territorio.

Otro motivo para limitar la venta de drogas es el hecho de que, a pesar de las restricciones, Holanda es el mayor productor de drogas sintéticas en Europa, el productor principal de cannabis y la puerta de entrada a Europa de cocaína, heroína y hachís.

En un país de 16 millones de habitantes, 32 mil jóvenes inhalan cocaína y 40 mil consumen éxtasis; adicciones que le cuestan millones al sistema de salud.

Otros países europeos han estado cerca de seguir el ejemplo holandés y han dado marcha atrás en el último momento, al no estar seguros de que los beneficios sean mayores que los daños.

Dianeth Pérez Arreola (México) es egresada del Máster en Comunicación Periodística de la Universidad Complutense de Madrid. Colabora en varios proyectos periodísticos y vive en los Países Bajos desde 2003.  

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