jueves, 14 de junio de 2012

DEL RESCATE DE ESPAÑA


Escribe José Luís Mingo

El pasado sábado se anunció que España había solicitado y la UE había concedido una línea de crédito o un rescate, es lo mismo cómo lo llamamos, de 100.000 millones de euros.



El rescate o la línea de crédito se había pedido y aceptado porque para España, para los países de la UE y para las grandes economías mundiales en estos momentos era imprescindible evitar la desaparición del euro y el fracaso del proyecto que supone la quiebra  de la moneda única. 

Evidentemente, aún cuando todavía de desconocen los términos del contrato por el que se va a regular  el rescate o la línea de crédito, los 100.000 millones son una importante carga que va a incrementar en las espaldas  de los españoles el peso de la deuda y que, en cualquier caso no es el bálsamo de fierabrás que cure las heridas de la economía española ni, tampoco, las de la maltrecha Unión Europea.

Las cosas pintan fatal para Grecia y muy feas para España, para Portugal, para Irlanda, para Italia y también para Holanda, Francia e incluso para Alemania. Los Estados Unidos de Norteamérica están también gravemente afectados por la crisis europea que también es suya y muy suya, Brasil México, India, China y hasta los países pequeños de África, Asia o América,   para mal, pueden pagar un inmenso precio por la crisis europea y la caída del euro.

Por tanto, todos estamos interesados en que el rescate, la línea de crédito de los 100.000 millones, evite mayores males para los españoles, italianos, franceses y alemanes, para el resto de los europeos, los norteamericanos y  para el resto de los habitantes del mundo, incluso para los que no han disfrutado nunca del placer de ser ricos europeos.

La pregunta clave en estos momentos es si serán los dirigentes europeos capaces de encontrar soluciones para evitar el desastre, si  serán los políticos norteamericanos, chinos, brasileños o japoneses capaces de salvar el desastre que parece llegar, paso a paso, cual imagen de García Márquez,  de  forma anunciada.

Y, cuando pienso en ello, me espanta ver la desconfianza que tienen los ciudadanos en España, en Francia, en toda Europa, en Norteamérica e incluso en China sobre la capacidad de sus dirigentes para hacer, aunque sea una sola vez, las cosas como es debido.

Claro que siempre nos  queda una última esperanza: Los hombres, de todas las razas y en todos los tiempos, siempre se han unido  y  han dado  lo mejor de sí mismos, cuando han tenido que enfrentarse a los mayores peligros, cuando el riesgo de la muerte y la desaparición han  estado tan próximas  que  todo hacía pensar que eran inevitables.  Ahora, una vez más, puede ocurrir lo mismo.

José Luís Mingo Zapatero (España) es profesor del Máster en Comunicación Periodística, Institucional y Empresarial de la Universidad Complutense de Madrid. Profesionalmente es consultor de empresas.


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