Escribe Adrian Elliot
Según
el Observatorio de Antisemitismo,
en el Informe
sobre el Antisemitismo en España durante el Año 2011, siguen proliferando
en nuestro país páginas web de contenidos antisemita, que incitan al odio y
banalizan el Holocausto, y que las autoridades ignoran.
La noticia se publicó esta mañana en El País, y a pocos minutos empezaron a aparecer comentarios de lectores del siguiente tipo:
La analogía es tan o más absurda como sería echar la culpa al español o al griego de a pie por el despilfarro de sus gobiernos a lo largo de los últimos años y por el impacto en los bolsillos de los alemanes, sin embargo, pedimos que los demás sean ecuánimes cuando evalúan la realidad española mientras se siguen tolerando los peores prejuicios y el odio hacia toda una religión sin el más mínimo esfuerzo para entender su historia o su realidad.
Adrian Elliot (España) es egresado del Máster en Comunicación Periodística,
Institucional y Empresarial de la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es Director de Cuentas de Grayling España.
La noticia se publicó esta mañana en El País, y a pocos minutos empezaron a aparecer comentarios de lectores del siguiente tipo:
- “Estos judíos no aprendieron en su día
el por qué se les echó de España, tampoco aprendieron por qué los nazis los
quisieron borrar del mapa”.
- “A ver si lo entiendo, denuncian el
racismo en España pero apoyan al estado de Israel, que ya no es que sea
racista, es que hasta tienen calles donde los árabes tienen que ir por una
acera y los judíos por otra”.
- “No hay mayor incitación al
antisemitismo que masacrar palestinos”.
Y,
según algún lector ha comentado, el periódico más prestigioso del país ha
permitido que florezcan estos comentarios en su página web sin ningún tipo de
moderación o control. Desde luego, el Observatorio no tiene que ir muy lejos
para probar las conclusiones de su informe. Y es que otra vez más, como ha
pasado tantas veces en la historia, se utiliza a los judíos como chivo
expiatorio y para esconder los errores propios. Nadie justifica el exterminio
de gitanos o españoles en el holocausto cuando este país participa en guerras
como la de Irak o Afganistán. Nadie se inmuta cuando ciudadanos o turistas con
rasgos subsaharianos son prohibidos el acceso a discotecas o bares en Madrid y
Barcelona. Sin embargo, sólo hay que mencionar el antisemitismo para que la
gente lo justifique en las acciones de los gobernantes de un país de la mitad
del tamaño de Gales que intenta defenderse en un entorno hostil.
La analogía es tan o más absurda como sería echar la culpa al español o al griego de a pie por el despilfarro de sus gobiernos a lo largo de los últimos años y por el impacto en los bolsillos de los alemanes, sin embargo, pedimos que los demás sean ecuánimes cuando evalúan la realidad española mientras se siguen tolerando los peores prejuicios y el odio hacia toda una religión sin el más mínimo esfuerzo para entender su historia o su realidad.
Sólo
las sociedades bárbaras son capaces de actuar de esta forma, de todas formas,
en los últimos meses vemos como aumenta esa barbarie dentro de nuestras propias
fronteras europeas. Y no son sólo los judíos o los gitanos que son el blanco de
este odio. En Grecia, el partido Aurora Dorada, con presencia en el parlamento
del país, se dedica a amenazar, brutalizar y humillar a los inmigrantes de
medio mundo y, según he leído esta semana en el New
York Times, la policía se limita a pedir a las víctimas que se defiendan a
sí mismos, al considerar que por su condición de extranjeros no merecen la
protección de las fuerzas de orden.
El
caso que nos concierne, de todas formas, es España. ¿Por qué existe el
antisemitismo en España y por qué en tantos informes internacionales el país
destaca como el más antisemita de todo Occidente? El emprendedor y bloguero,
Martin Varsavsky, ofreció hace tiempo una entrevista
a EFE en la que intentó ofrecer una explicación para este odio hacia los
judíos en un país de 44 millones de habitantes que sólo cuenta con 20 mil
judíos. Y sin entrar en el fondo de sus argumentos –pueden pinchar el enlace
para leerla entera- señalo el hecho de que el desconocimiento que hay sobre
Israel y sobre la cultura judía permite que los judíos sean un blanco fácil, y
más cuando no hay judíos para defenderse cuando surgen declaraciones
antisemitas en un entorno social. De la misma forma que los homosexuales se
vuelven invisibles cuando los adolescentes hacen ‘bromas’ sobre ‘maricones’,
cuando se critica a los judíos en España, los judíos no existen. Y muchas veces
el judaísmo es igual de invisible. No todos los judíos son ortodoxos. No todos
llevan la kipá o la ropa típica de los jasidím. En su mayoría, y más en España,
son ciudadanos como cualquier otro, sin embargo, cada vez que leen los medios,
o a menudo cuando escuchan las conversaciones en los bares, tienen que
‘tolerar’ el más absoluto desprecio hacia su identidad.
Si
dejamos de lado el judaísmo como religión o cultura, para centrarnos
exclusivamente en Israel como país, nos encontramos ante una sociedad compleja,
mucho más compleja que cualquier otra sociedad de Oriente Medio tanto por la
calidad de la democracia como por la gran mezcla de religiones y culturas.
Además, es un país que a la mayoría de sus vecinos les gustaría aniquilar y que
de alguna forma tiene que defenderse. También es verdad que no han escaseado
las actitudes radicales por parte de sus políticos y que en los últimos años la
sociedad se ha polarizado especialmente a medida que el objetivo de la paz con
el mundo árabe pareciera cada vez más difícil de alcanzar. Lo es y lo seguirá
siendo mientras los responsables de Hamas sigan negándose a asumir el derecho
de Israel a existir, y mientras los cambios demográficos en Israel permitan que
ganen fuerza los sectores más extremistas de la opinión pública israelí.
Sin
embargo, los errores del Gobierno de Israel no son en absoluto una
justificación para la intolerancia que últimamente se muestra hacia toda una
cultura y una religión. Y además, en España no siempre ha sido así. Érase una
vez en nuestro país se apoyaba a los Israelíes porque se les veía como los
débiles, los recién llegados, un pueblo que intentaba construir una sociedad
utópica socialista a orillas del Mar Rojo. Y en España siempre gustan los
símbolos. Ahora el símbolo es la causa palestina pero cuando te agarras a un
símbolo, buscas argumentos para darle valor y para reforzar tu identificación
con ese símbolo. Vivir sólo de los símbolos no promueve el análisis frío de la
situación. La objetividad es el gran enemigo de los símbolos, de la misma forma
que Galileo se convirtió en enemigo de la Iglesia por enfrentar un símbolo
central de la religión católica con la realidad científica. Y por la debilidad
de los argumentos que les sustentan, los símbolos la mayoría de las veces se convierten
en modas. Son pasajeros. Por lo que los palestinos tampoco podrán fiarse de la
opinión pública si ahora se ha decidido que los valores que ellos representan
son los que se quiere abanderar. En el futuro aparecerán otros símbolos, los
palestinos ya no serán los débiles. Habrá que buscar otros héroes.
¿Y
cuál es el antídoto a todo esto? Acabar con la ignorancia, enseñar, permitir el
intercambio cultural, explicar a la gente sus orígenes, que en muchos casos
también son judíos, y sobre todo aportar datos concretos y objetivos que
permitan a los ciudadanos formar sus opiniones con hechos en vez de prejuicios.
Muchas gracias Adrian por tu artículo.
ResponderEliminarHace mucho tiempo que no veía una contribución tan valiosa para hacer que todos tengamos presentes algunas ideas que nunca, nunca, deberíamos olvidar.
Un fuerte abrazo
José Luis Mingo