Escribe Veraliah Bueno
Mientras
hago una búsqueda en Google de una de las principales líderes sindicales en México,
Elba Esther Gordillo, lideresa
(presidenta vitalicia) del Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación (SNTE), mi explorador de internet se queda pasmado.
Quizás sea la propia “maestra”, como es conocida comúnmente, quien ha movido a todos sus agremiados (un millón 400 trabajadores de la educación en México, el sindicato más grande de Latinoamérica) quien ha conseguido que mi búsqueda quede paralizada cuando intento escribir acera del sindicalismo en México y su influencia en los procesos electorales, fundamentalmente en las elecciones presidenciales.
Quizás sea la propia “maestra”, como es conocida comúnmente, quien ha movido a todos sus agremiados (un millón 400 trabajadores de la educación en México, el sindicato más grande de Latinoamérica) quien ha conseguido que mi búsqueda quede paralizada cuando intento escribir acera del sindicalismo en México y su influencia en los procesos electorales, fundamentalmente en las elecciones presidenciales.
Ahora no sólo no responde mi explorador, mi máquina en general me da problemas
para continuar con esta entrada. Y lo cierto es que este texto es apenas un
tímido acercamiento al papel del sindicalismo moderno en México, e intenta
ofrecer un panorama muy general del papel actual de dichos sindicatos, que claramente
hace ya mucho tiempo parecen haber olvidado que su razón de ser debía ser la
defensa de los derechos de los trabajadores.
A la par de
la incapacidad para representar auténticamente los intereses de sus agremiados,
los sindicatos en mi país también han
tenido y siguen teniendo un papel importantísimo en los resultados de
las elecciones presidenciales y en el caso del SNTE, una influencia en los
niveles de la educación en México que no puede ser calificada como positiva,
pues según los indicadores de la Organización para la Cooperación y Desarrollo
Económico (OCDE), México tiene importantes rezagos en temas de educación. De
tal tamaño ha sido esa influencia, que la propia Elba Esther Gordillo ha
hablado abiertamente en entrevistas con medios de comunicación de cómo el SNTE
contribuyó al avance del Partido Acción Nacional en las elecciones de 2006.
Los
sindicatos mexicanos pueden, con los votos de sus agremiados, paralizar a un
partido político, entorpecer el avance de temas tan importantes como la educación
del país, crear partidos políticos (como en el caso de Nueva Alianza –PANAL-,
fundado por Elba Esther Gordillo) y también, hacerse de notables sumas de
dinero a través no sólo de cuotas sindicales que los agremiados están obligados a pagar, sino
también gracias a los “apoyos” que los partidos en el poder han concedido a
dichas agrupaciones.
Tristemente
en la historia del sindicalismo en
México, lejos han quedado los principios que regían los primeros gremios de
trabajadores y que sancionaban cualquier posible conexión con agrupaciones políticas.
Los líderes sindicales de los últimos tiempos de mi país están muy lejos de aquellas
primeras propuestas, pues la historia no ha hecho sino probar una cadena al
parecer indestructible entre organizaciones gremiales y los primeros círculos
del poder.
Tristemente,
los líderes sindicales mexicanos suelen ser señalados más por haber amasado significativas
fortunas y por tener amplios espectros de influencia en la vida política del
país, que por los beneficios alcanzados a favor de sus agremiados. Tristemente su labor en ese sentido parece
haber sido rebasada por mucho por intereses personales y utilizando como armas
políticas a las agrupaciones que representan.
Hace unas
semanas veía en las noticias que Elba Esther Gordillo atendía una reunión en la
Secretaria de Gobernación. Tema a tratar: una nueva evaluación prevista para el
magisterio mexicano (la evaluación universal sugerida por la OCDE) y el pliego
petitorio del sindicato para el 2013. El “outfit”: seguramente ropa que
empatara –en precio y estilo- con su bolsa de mano de una marca de lujo (3,500
dólares). La protesta: su inconformidad respecto de la evaluación universal a
maestros, aunque eso normalmente vaya en detrimento de la calidad de la
educación en mi país. La ironía: que un líder sindical porte una bolsa de mano
que difícilmente un maestro mexicano podría costear, mientras ella negocia el
correspondiente magro aumento salarial de los agremiados del SNTE (4.2% a la
fecha).
Elba Esther
Gordillo ha expresado en entrevistas que no debe ser culpada por los niveles de
la educación en México pues su labor es la de representar a los trabajadores
del SNTE. Es difícil no conectar la enorme influencia de su posición como
lideresa sindical con la calidad de la educación mexicana cuando ha manifestado
tan claramente su rechazo a la evaluación universal, largamente recomendada por
la OCDE. Gordillo ha argumentado que la calidad de la educación en México es labor
de la Secretaria de Educación Publica (SEP) y no la del SNTE, sin embargo, otra
vez, es difícil no establecer esta relación cuando el poder de la maestra
resulta tan claro y contundente como para negociar dicha evaluación
directamente con la Secretaria de Gobernación.
La señora
Gordillo personifica, en pleno 2012, uno de los aspectos más tristes y
decadentes de la defensa de los derechos laborales y de cómo se negocia el
poder en México: la cadena que une a los sindicatos mexicanos con el poder. El
SNTE como otros importantes sindicatos del país, solían ser el elemento
permanente en cada elección que legitimó los 70 años que el Partido Revolucionario
Institucional (PRI) permaneció en el poder. Hoy, algunos de esos sindicatos
siguen por la misma vía, pero en el caso del SNTE y de su lideresa, Elba Esther
Gordillo, resulta claro que ha negociado de manera constate con los primeros
círculos del poder y como resultado de esas negociaciones, la “maestra” y su
familia se han hecho de puestos políticos y por supuesto de recursos económicos
que se reflejan de manera clara el costoso estilo de vida de la lideresa.
Hasta aquí
una breve y pálida reflexión acerca del sindicalismo en México, su forma de
operar y el perfil de uno de los líderes
sindicales actuales. Los hechos parecen indicar que hace mucho tiempo quedaron de
lado los motivos originales de los gremios de trabajadores y desde hace varias
décadas, los grandes sindicatos en México parecen haberse transformado en
poderosas armas políticas con beneficios directos para sus dirigentes. Tristemente, la lucha por los derechos
laborales ha quedado supeditada a los intereses personales de unos pocos.
Veraliah
Bueno Álvarez (México) es egresada del Máster en Comunicación
Periodística, Institucional y Empresarial de la Universidad Complutense
de Madrid. Actualmente vive y trabaja en Bruselas desempeñándose como
Oficial de Comunicación e Información de la Federación Internacional de
Entidades de Derechos Reprográficos (IFRRO, por sus siglas en inglés).
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